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Ensayo publicado en 2004 en el compendio de Centro de Estudios de África, Asia y Diásporas Latinoamericanas y Caribeñas “José Manuel Briceño Monzillo”; Congreso Nacional 1854-2004: 150 años de la Abolición de la Esclavitud en Venezuela. ¿Pasado y Presente de una misma Realidad?

“Aquella persona o clase social, cuyas herramientas para producir y reproducir su vida, cuya fuerza y producto de trabajo, y cuya actividad vital misma están sumisos bajo la determinación y apropiación por otro u otra clase, puede considerarse estar en condición de esclavo”. Con estas palaras, la docente, conferencista y analista geopolítica alemana, Jutta Schmitt, nos introduce en un contundente ensayo publicado en 2004; donde adelantaba con aterradora precisión, cómo el aparato militar del Estado Profundo comenzaba a utilizar armas psicotrónicas -de cuarta y quinta generación- para atacar de forma no-letal a la población civil. Por lo tanto, entender en profundidad el funcionamiento de estas armas silenciosas es vital para combatirlas y mantener cierto grado de libre albedrío por parte de aquellos quienes son capaces de ver esta fuerzas opresoras; puesto que en palabras de la autora, todavía existen «quienes escapan al control y la manipulación psicológica, por lo que el asunto clave para los que controlan no es, a cuántos millones de personas se les pueda manipular la mente con éxito, sino a cuántas personas efectivamente no se les puede manipular la mente, y cuáles son los métodos alternativos para controlarlos».

“La esencia de la coerción psicológica consiste en que aquellos que actúan bajo su efecto tienen la impresión de que están actuando por iniciativa propia. La víctima de la manipulación mental no sabe que es víctima. Las rejas de su prisión le son invisibles, y cree que es libre. El hecho de que no es libre, sólo es aparente para los demás. Su esclavitud es estrictamente objetiva”.

Aldous Huxley, 1958.

“Podemos imaginarnos el desarrollo de fuentes de energía electromagnética, cuya potencia la podemos modular, formar y dirigir, además de acoplarla al cuerpo humano de una manera que nos permite la inhibición del movimiento muscular voluntario, el control de emociones y actos, la inducción de sueño, la transmisión de sugestiones, la interferencia con la memoria retentiva de corto y largo plazo, la producción de esquemas de experiencia artificiales y la erradicación de los esquemas de experiencia existentes”.

Panel de Consejeros Científicos de la Fuerza Aérea Estadounidense, 1996.

El control mental o la eternalización de la esclavitud como condición endémica del proceso histórico del trabajo

 Por  Jutta Schmitt M. A (2004)

Introducción

La historia, entendida como proceso histórico de trabajo o sistema de producción y reproducción humana, ha girado a lo largo de los milenios alrededor de la apropiación ajena de lo que fueron y son los frutos y el esfuerzo físico del trabajo de los demás. Este hecho, radicado en la propia división del trabajo y en la sociedad de clase, ha permanecido a través de las diferentes etapas históricas o modos de producción bajo formas variadas pero de una misma esencia, que es la sumisión de una parte de la sociedad en condición de clase explotada bajo la otra, dominante.

Aquella persona o clase social, cuyas herramientas para producir y reproducir su vida, cuya fuerza y producto de trabajo, y cuya actividad vital misma están sumisos bajo la determinación y apropiación por otro u otra clase, puede considerarse estar en condición de esclavo. Desde el “esclavo clásico”, propiedad físico-directa del amo, el siervo atado a la gleba, propiedad indirecta del terrateniente, hasta el esclavo asalariado o trabajador moderno, posesión indirecta del propietario de los medios de producción modernos, su característica común es ser una herramienta explotable, desechable y sustituible una vez agotada su vida productiva.

A lo largo del proceso de trabajo y en cada etapa de su desenvolvimiento, las respectivas clases dominantes se han visto en la necesidad de encontrar la manera más eficiente para racionalizar, justificar y legalizar las diferentes formas de esclavitud objetiva bajo la cual se han encontrado sumisos las clases explotadas, y sobre todo de obtener el “consenso” de estas últimas para que aceptasen su condición social dependiente y sumisa, bien sea por desconocimiento e ignorancia, bien sea por la interiorización psicológica y la subsiguiente afirmación mental-subjetiva de su realidad objetiva.

Aparte de la propia dinámica del proceso de trabajo, que lo ha llevado a engendrar nuevas formas de esclavitud con cada nuevo modo de producción, y nuevos mecanismos de adaptación social cada vez más refinados, el factor decisivo para la perpetuación de un sistema basado en la esclavitud objetiva, ha sido y sigue siendo el acondicionamiento subjetivo, es decir el control mental. Nada más eficaz para el sistema de trabajo en lo que concierne su conservación y perpetuación, que su auto-reproducción en la psiquis y la mente de quienes lo sustentan con su fuerza de trabajo y “el sudor de sus frentes”, es decir, con la energía de sus propias vidas. En este sentido, los trabajadores-consumidores modernos, determinados en su vida productiva por los dictámenes del mercado laboral y el sometimiento bajo largas jornadas de trabajo diario, movidos en su vida recreativa por los dictámenes del consumismo, y así conducidos en la totalidad de sus vidas por una especie de “control remoto” y lejos de reconocer y romper su determinación ajena, constituyen, sin duda y “ocultos a plena vista”, los nuevos esclavos del Siglo XXI.

Parece que la esclavización de la mente y por ende del comportamiento del ser humano en el recién comenzado siglo XXI ya ha alcanzado niveles irreversibles, a causa del control mental que actúa constantemente y sin misericordia sobre sus víctimas para evitar que éstos se rebelen contra un orden social intrínsecamente inhumano y explotador. En lo siguiente abordaremos los dos aspectos del control mental, constituido, en analogía a los dos lados de la actividad cerebral humana, por un componente psicológico y uno fisiológico. El aspecto psicológico-mental tiene que ver con la interiorización – a menudos conflictiva – de la explotación, opresión y discriminación del orden social existente, y la afirmación de sus tradiciones, normas y valores, es decir, su ideología. El aspecto fisiológico-mental tiene que ver con la manipulación tecnológica de las mentes de todos aquellos, que no han logrado adaptarse psicológicamente al actual orden social dominante, y quienes niegan y rechazan la esclavitud en todas sus formas. Con la entrada a la denominada era de las frecuencias, se ha posibilitado la manipulación directa de los procesos cerebrales en base de la tecnología electromagnética y el uso del pleno espectro de las frecuencias para tal fin.

Este último aspecto resulta particularmente preocupante ya que salta a la vista, que el grado avanzado de explotación – y sobre todo la destrucción del ya obsoleto trabajo manual-físico a través de la miseria, del hambre y de las nuevas guerras desatadas a escala planetaria – , exige un mayor y cada vez más directo grado de control mental, para evitar la formación de una conciencia y resistencia global revolucionaria-emancipatoria, que contrarrestaría el actual curso de destrucción total, y acabaría con todas formas de esclavitud y con la explotación económica, opresión política, discriminación social y alienación humana.

El aspecto psicológico del control mental

Llama la atención, que la abrumadora mayoría de aquellos que integran las filas de quienes están obligados a vender su fuerza de trabajo, y cuya existencia está precisamente enmarcada dentro de la determinación ajena o esclavitud objetiva, son los mismos que más decididamente defienden al sistema explotador y opresor del cual son víctima. Han plenamente interiorizado su condición dependiente, es decir, afirman que su entorno económico, financiero, jurídico, político, social y moral esté dominado por una cada vez más reducida clase social, propietaria de los medios de producción, destrucción y comunicación, y escondida detrás de un “intermediario anónimo”, que es el mercado.

La interiorización de la esclavitud objetiva y su reproducción constante en la psiquis de sus integrantes con incidencia correspondiente en su comportamiento, es conditio sine qua non para su continuidad y funcionamiento sin obstáculos. Especialmente en tiempo de crisis o declive como el que estamos viviendo actualmente, donde las consecuencias de la competencia feroz, la brutal reducción de puestos de trabajo, los cortes en gastos sociales, y el costo humano y financiero del militarismo lo llevan en sus hombros los esclavos asalariados y el ejército de reserva de trabajadores a escala mundial, el sistema depende cada vez más de un exitoso acondicionamiento mental, para que sus integrantes piensen, actúen, sienten, crean y respondan de manera confirmatoria, más nunca crítico-negativa ante los abismos del mismo.

Entre los mecanismos propiamente psicológicos, mediante los cuales se efectúa el drenaje de lo que resta de la energía vital de los esclavos asalariados, y su conversión en reacciones inofensivas para el sistema, figuran la transformación de su aburrimiento y frustración de la vida en agresión, que es convenientemente canalizada hacia el apoyo incondicional del militarismo y fascismo; un ejemplo de lo cual lo vemos actualmente en la actitud afirmativa de casi la mitad de la población estadounidense respecto a las atrocidades cometidas por las tropas norteamericanas en Irak. Otro mecanismo de adaptación psicológica lo constituye la desviación de cualquier inconformismo hacia esquemas de consumo, sobre todo en las “sociedades opulentas”, o hacia el reforzamiento de valores religiosos, que retroalimentan la esclavitud objetiva por fomentar caracteres adaptados, sumisos, devotos y creyentes ante las autoridades superiores y el orden social y económico existente. Si bien y en cierto grado fomentado por factores externos, estos mecanismos psicológicos de desviación son, en gran parte, producto de la propia incapacidad de aquellos, que forman los integrantes de la esclavitud objetiva, de ser libres. Su miedo a la libertad es, además, cuidadosamente cultivado por la educación, las tradiciones, normas y valores vigentes, y hoy más que nunca fomentado por el acondicionamiento mental de los grandes medios de comunicación de alcance global, que proporcionan una percepción selectiva de la realidad, bien estudiada desde el punto de vista del impacto psicológico que intenta causar en sus lectores.

La manipulación constante de las mentes de miles de millones de personas, expuestas a un sinfín de noticias, impresiones, realidades y ficciones por la televisión, la prensa, la radio y el cine –todos convergentes en un sólo aparato de propaganda, que se ha dado a la tarea de sistemáticamente borrar los límites entre la realidad real y la realidad virtual-, dificulta en extremo cualquier esfuerzo de pensar y actuar autónomamente, y actúa en función de la total e irreversible homogeneidad mental de la audiencia.

Entre los métodos de semejante acondicionamiento mental destaca el fraccionamiento del pensar, efectuado mediante la sobrecarga de “información” y el bombardeo de “noticias” durante las 24 horas del día, aparentemente no relacionadas entre sí, pero todas portadoras del mismo mensaje sublime. Al convertir la “información” en un bien de consumo masivo y efímero, se logra la destrucción de las facultades de memorizar y contextualizar y por ende la capacidad de razonamiento y formación de juicio propio. La audiencia –en su vasta mayoría esclavos asalariados, dependientes de la venta de su fuerza de trabajo y sometidos al yugo de la explotación-, por no tener ni tiempo ni energía para críticamente reflexionar sobre las “noticias” consumidas diariamente, se convierte en mero receptor y reflector de la “información” recibida, tragando sin reserva sus mensajes subyacentes y sometiéndose de tal forma al acondicionamiento mental, es decir, recibe un estímulo y responde de una manera calculada por terceros.

Otro de los métodos del control mental en su dimensión psicológica es el empleo bien calculado del miedo en combinación con el fomento de la ignorancia, en una fórmula, que intenta sembrar el caos para poder cosechar la reacción del sentimiento de pánico e inseguridad de la población, ofreciendo “soluciones” prefabricadas a la medida de la élite gobernante y agradecidamente aceptadas por los gobernados, aun cuando contengan medidas abiertas de represión y restricción. El control mental de la población en general, en casi todas partes del mundo y afectando a billones de seres humanos, trabajadores y consumidores que conforman el universo de esclavos ocultos a plena vista, se ha ido perfeccionando en la medida que sus víctimas tienen la convicción de pensar y actuar a propia cuenta, sin enterarse jamás de sus cadenas de esclavitud objetiva y subjetiva.

Sin embargo, hay quienes escapan al control y la manipulación psicológica, por lo que el asunto clave para los que controlan no es, a cuántos millones de personas se les pueda manipular la mente con éxito, sino a cuántas personas efectivamente no se les puede manipular la mente, y cuáles son los métodos alternativos para controlarlos.

El aspecto fisiológico del control mental

Por lo general, se tiende a relacionar el aspecto fisiológico de la manipulación mental con las enfermedades psíquicas y su tratamiento con psicofármacos, que alteran la estructura química del cerebro y pueden cambiar el estado de ánimo. Aún cuando esto es una contundente realidad que afecta a una gran parte de la población sobre todo en los EE.UU. y Europa, donde millones de personas sufren depresiones y están bajo tratamiento con psicofármacos, es decir, manipulación mental prescrita, queremos dirigir la atención a otro tipo de control mental que se efectúa en base y a través de ondas electromagnéticas.

El que la humanidad se encuentre, desde el punto de vista de las ciencias, en plena transición de la era de la materia hacia la era de las frecuencias, gracias a los vertiginosos avances tecnológicos, no sólo significa que hemos entrado a la era de la “información“ y comunicación instantánea global, sino y también que la tecnología moderna ha empezado a hacer uso del hecho, de que el cuerpo y cerebro humano pueden responder a ondas electromagnéticas y radioeléctricas provenientes de su entorno, y entrar en resonancia con seres vivos, con la tierra, y con aparatos y sistemas tecnológicos.

Ya al comienzo del siglo pasado, el científico de origen croata, Nikola Tesla, descubrió que la tierra posee una frecuencia electromagnética propia, hecho reconfirmado en los años 1950 por el científico alemán, W.O. Schuhmann. Schuhmann determinó, que la ionosfera -la capa exterior de la envoltura gasiforme que rodea la tierra-, y la superficie de la tierra forman un condensador esférico natural, es decir, un medio natural de almacenamiento de carga eléctrica, con una frecuencia propia en el rango debajo de los 10 hertzios. La particularidad de esta frecuencia de resonancia terrestre o Frecuencia Schuhmann es que constituye al mismo tiempo una frecuencia de resonancia del cerebro humano.

Si se miden las corrientes eléctricas del cerebro humano se puede constatar, que éste emite ondas electromagnéticas de una frecuencia entre 1 y 40 hertzios. La ciencia divide el espectro de frecuencias electromagnéticas del cerebro humano en cuatro ámbitos, que llevan relación con diferentes estados de conciencia: Las ondas delta (1-3 hertzios), correspondientes al sueño profundo y los estados de coma; las ondas theta (4-7 hertzios), correspondientes al sueño normal; las ondas alpha (8-12 hertzios) correspondientes al estado despierto-relajado; y las ondas beta (13-40 hertzios) correspondientes al estado plenamente despierto.

Por medio de la mencionada frecuencia de resonancia terrestre o Frecuencia Schuhmann, cada cerebro humano se encuentra en una relación de resonancia a la tierra, por coincidir las frecuencias fundamentales del cerebro humano con las de la tierra. Este hecho posibilita la manipulación de los cerebros humanos a gran escala a través de la modulación o manipulación técnica de las ondas Schuhmann, tecnología ya existente y operable en forma de las instalaciones HAARP en Gakona, Alaska.

HAARP en Gakona, Alaska

Ahora bien, en la medida en que los mecanismos psicológicos de adaptación y la manipulación mental psicológica-convencional podrían resultar insuficientes para el control mental de la población en general, y específicamente frente a la cada vez más abierta brutalidad del sistema de trabajo basado en la esclavitud objetiva, que alcanza niveles alarmantes de destrucción y devastación tanto de la sociedad como de la naturaleza, se hacen indispensables nuevas formas de control y esclavitud mental. Más que 25 años atrás y de manera verdaderamente visionaria, el anterior consejero de seguridad nacional del expresidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, entonces profesor en la Columbia University, escribió:

“Los estrategas políticos se ven en la tentación de aprovechar las investigaciones científicas sobre el cerebro y el comportamiento humano. El experto en geofísica, Gordon J.F. MacDonald -un especialista en problemas de estrategia de guerra- dice que la inducción artificial de impulsos eléctricos, suministrados en intervalos de tiempo minuciosamente calculados, podría causar un esquema de oscilaciones de ondas electromagnéticas con elevados niveles de carga eléctrica encima de determinadas regiones de la tierra. De esta manera podría pensarse en el desarrollo de un sistema que podría inhibir considerablemente la actividad cerebral de poblaciones extensas en regiones seleccionadas y por un período de tiempo extendido. No importa cuán profundamente preocupante les parezca, a algunos, el pensar en utilizar el medio ambiente para manipular el comportamiento humano en pro de nuestras ventajas nacionales; lo cierto es que la tecnología que nos permite tal uso se desarrollará, muy probablemente, dentro de unas pocas décadas”. 

Efectivamente y tal como lo predijo Brzezinski, la tecnología para la manipulación y ruptura de los procesos mentales del cerebro humano a gran escala, ha sido operable desde 1991, con la realización del antes mencionado proyecto HAARP, un experimento conjunto del Instituto Geofísico de Alaska con la Fuerza Aérea y la Marina Estadounidense, en asociación de intereses de corporaciones privadas que se desempeñan en el área de tecnología de defensa, inteligencia y tecnología espacial.

Ya en los años setenta del siglo pasado, Brzezinski anticipó y visualizó una sociedad Orwelliana, rígidamente controlada y dirigida, vinculada con las posibilidades de supervisión y control como las brindan las nuevas tecnologías, en aquél entonces a penas emergentes. Esta sociedad sería dominada por una pequeña clase social o “élite tecnológica”, descrita por Brzezinski en las palabras siguientes:

“Más allá de las restricciones impuestas por los tradicionales valores liberales, ésta élite no hesitaría de realizar sus objetivos políticos por medio del uso de las técnicas más novedosas para manipular el comportamiento público, manteniendo la sociedad bajo estricta supervisión y control. La dinámica tecnológica y científica se alimentaría a su vez de ésta situación provechosa”. 

Hoy, treinta años más tarde, esta élite tecnológica, sobre todo concentrada en EE.UU. y Europa, tiene todo un arsenal de tecnologías de supervisión y vigilancia, control y manipulación a su alcance, que incluye armas y tecnologías electromagnéticas, de radiofrecuencia, acústicos, ópticos y de microondas, que están destinados a causar interrupción y ruptura en el ámbito de sistemas de comunicación, y desorientación sensorial o incapacitación mental en el ámbito personal y control de masas. Lo preocupante de las tecnologías electromagnéticas es que pueden cubrir un área grande con un sólo sistema y que constituyen armas silenciosas de difícil detección.

Posibilidades tecnológicas de la manipulación mental y corporal

Entre las posibilidades de la manipulación mental-fisiológica, figuran el sonido (infrasonido, ultrasonido), la luz (luz visible, luz infrarroja, luz ultravioleta), los campos magnéticos (campos parejos, campos intermitentes), los campos eléctricos intermitentes de baja frecuencia, los campos eléctricos intermitentes de alta frecuencia, la radiación con rayos X, y con rayos radioactivos.

El cerebro humano reacciona al infrasonido de una frecuencia entre 7 y 8 hertzios con la emisión de las anteriormente mencionadas ondas alpha, equivalentes al sueño ligero o estado relajado-meditativo. Cuando el cerebro es artificialmente estimulado con esta frecuencia, se le inhibe el pensar consciente, y se le imposibilita el ejercicio mental más rudimentario como por ejemplo la solución de una tarea matemática simple. En otro rango de frecuencias bajo 20 hertzios, el infrasonido estimula oscilaciones fuertes de los órganos internos y sus vasos sanguíneos, como el corazón, los pulmones y el estómago, y puede llevar a la muerte por desangramiento interno, por la ruptura de los vasos sanguíneos.

El estar expuesto al ultrasonido causa estados de angustia, nausea, dolor de cabeza, contracción muscular y silbido de los oídos. Relámpagos de luz emitidos en el espectro de las frecuencias de las ondas cerebrales, pueden inhibir la actividad cerebral consciente, y emitidos en intervalos rápidos, pueden causar ataques epilépticos. En un experimento realizado por científicos norteamericanos con 100 personas de pruebas, la combinación de ultrasonido con impulsos infrarrojos de una frecuencia de 15 hertzios causó silbido de los oídos o pérdida de audición y visión en 70 personas, vómito en 25 personas, y ataques epilépticos en 5 personas.

Se distinguen dos tipos de efectos en cuanto a la manipulación físicomental por medio de exposición a campos electromagnéticos de alta frecuencia, como las microondas, que poseen una frecuencia de 1 giga hertzio y más. Según las variaciones en su intensidad, las microondas pueden tener diferentes efectos biológicos. Microondas de alta intensidad causan el efecto térmico, que destruye las células vivas. Microondas de intensidad media, causan el efecto no-térmico, que perturba la comunicación intercelular y neuronal; el estar expuesto a las microondas de intensidad comparablemente baja por larga duración, causa “electro-estrés”, es decir, propensión a enfermedades inmunológicas y cancerígenas. Entre los efectos no-térmicos de las microondas figuran, concretamente, la alteración del ritmo cardíaco, cansancio rápido, perturbación del sueño nocturno, sudoración elevada, sensación de vértigo, nerviosidad extrema, hormigueo en brazos y piernas, perturbaciones generales del sistema nervioso vegetativo y de la función de los nervios cerebrales. La formación de ondas estacionarias dentro del cráneo a causa de determinadas frecuencias de resonancia, puede llevar a la parálisis temporal del movimiento corporal. 

La irradiación con campos electromagnéticos intermitentes de alta frecuencia, puede causar perturbaciones en la coordinación general de los procesos de movimiento y de los sentidos, que afectan la percepción de la temperatura, la visión, el sentido del tacto y la coordinación general del cuerpo, efectos como los registrados en personas en estado de ebriedad. Las ondas electromagnéticas de alta frecuencia inciden negativamente en la comunicación de las neuronas.  La irradiación con energía electromagnética radio frecuente de baja intensidad incide en los sistemas químicos del cerebro y reduce el comportamiento agresivo.

Si bien los ejemplos dados oscilan entre chocantes y fantásticos, y más aún la imaginación de que existan tecnologías que efectivamente emplean ondas electromagnéticas de diferente índole y frecuencia para la manipulación e incapacitación mental y/o corporal, la existencia y el desarrollo científico de las mismas es bien conocida bajo el término eufemístico armas no-letales. Con este término se denominan “armas que pueden incapacitar, someter o alterar el comportamiento de personas sin matarlas”, aún cuando sí pueden ser letales y causar daño y minusvalía permanente.

Aplicación de la tecnología de manipulación mental/corporal

Ya en el año 1992, en un artículo de un diario alemán, se ha podido leer lo siguiente sobre el desarrollo tecnológico de armas no-letales de índole electromagnético:

“Las Fuerzas Armadas Estadounidenses están desarrollando una pistola de microondas, que causa severos trastornos físicos y paro cardíaco. La pistola de microondas no es ningún invento de la ciencia ficción. Investigadores americanos piensan, que este tipo de arma puede ser empleada sobre todo en “conflictos de baja intensidad”, es decir, en guerras civiles y guerras de guerrillas. Forma parte de las llamadas armas no-letales, objeto de investigación militar desde hace años atrás. El arma podría causar trastornos físicos, psíquicos, perturbaciones sensoriales, desmayo, perturbación visual, nausea y otros males. De aplicarse en dispersión amplia, grandes grupos de personas pueden ser neutralizadas”. 

En su asesoramiento de ciencia y tecnología de armas no-letales del año 2003, el Naval Studies Board, observa lo siguiente:

Las armas no-letales “…operan en tres ámbitos: Primero, en el de los objetivos antipersonales, que incluye el control de masas, el incapacitar a individuos, (y) la denegación de acceso a determinadas áreas; segundo, en el de los objetivos antimateriales, que incluye la denegación de acceso a determinadas áreas a vehículos, naves o aviones; y tercero, en el de los objetivos de incapacitar al adversario, que incluye la neutralización de instalaciones y sistemas (bélicos). Las tecnologías de armamento no-letal cubren un amplio espectro, inclusive las áreas relacionadas al desarrollo de sistemas acústicos, químicos, comunicacionales, electromagnéticos y eléctricos, mecánicos (de enredamiento), tecnologías de información, aparatos ópticos, proyectiles y municiones no-penetrantes y muchos otros. El empleo de las armas no-letales en conjunto combinado con la guerra psicológica, la guerra de información y/o guerra electrónica, podría resultar especialmente efectivo”. 

Lo que se presenta como un conjunto de medidas y sistemas tecnológicos para el empleo militar en situaciones de combate de guerra, específicamente la manipulación e incapacitación temporal o permanente de la mente y del comportamiento humano del adversario con sistemas “no-letales“, está, en realidad, diseñado y planificado para el uso en el más amplio espectro posible, inclusive doméstico. Esto quiere decir, que lo que algunos llaman la tecnología de control político está destinada a ser empleada en contra de la propia población civil con fines de controlar cualquier tipo de expresión y manifestación crítica o disidente, cualquier oposición política seria, o una posible resistencia o desobediencia civil en situaciones domésticas extremas.

Considerada una tecnología de doble uso con un potencial prometedor, ya en 1994, un borrador emitido por el director de planificación política del Departamento de Defensa, Christopher Lamb, propuso la integración de las tecnologías no-letales de uso militar al ámbito civil, propuesta según la cual las armas no-letales se llegarían a emplear explícitamente en contra de los adversarios domésticos del gobierno estadounidense de turno:

“El término «adversario» lo hemos utilizado en su sentido más amplio, incluyendo a todos aquellos que no constituyen enemigos declarados, pero quienes están dedicados a actividades que nosotros queremos frenar. Esta política no excluye el empleo, legalmente autorizado, de las armas no-letales por parte de las fuerzas militares estadounidenses en refuerzo de la ley civil”. 

Dos años más tarde, en 1996, en palabras realmente entusiásticas, el panel de consejeros de la Fuerza Aérea estadounidense dibujó las posibilidades de terror y control mental sobre quienquiera sea declarado adversario, bien sea a nivel doméstico, bien sea a nivel exterior, en las palabras siguientes:

“Podemos imaginarnos el desarrollo de fuentes de energía electromagnética, cuya potencia la podemos modular, formar y dirigir, además de acoplarla al cuerpo humano de una manera que nos permite la inhibición del movimiento muscular voluntario, el control de emociones y actos, la inducción de sueño, la transmisión de sugestiones, la interferencia con la memoria retentiva de corto y largo plazo, la producción de esquemas de experiencia artificiales y la erradicación de los esquemas de experiencia existentes”. 

En relación a las aplicaciones específicas de semejante tecnología de intrusión, que viola una esfera tan exclusivamente privada como lo es el propio cuerpo y cerebro, el panel visualiza el siguiente escenario concreto:

“Nos parece igualmente posible crear voces de alta calidad y precisión dentro del cuerpo humano, lo que amplía las posibilidades de sugestión y control psicológico oculto. Si un impulso microonda de alto poder en el rango giga hertzio choca con el cuerpo humano, ocurre una perturbación de temperatura muy pequeña, asociada con una expansión súbita del tejido levemente calentado. Esta expansión es lo suficientemente rápido para poder producir una onda acústica. Si se emplea una corriente intermitente de impulsos, debería ser posible crear un campo acústico interno en el rango entre los 5 y 15 kilo hertzios, que es audible. Por ende, podría ser perfectamente posible de «hablarles» a nuestros adversarios selectos de una manera que sería muy perturbador para ellos”.

Conclusión

Aunado a los mecanismos psicológicos de adaptación social y los métodos convencionales de manipulación mental psicológica, que actúan a favor de la perpetuación de la esclavitud objetiva y subjetiva de la vasta mayoría de la población mundial que vende su fuerza de trabajo para subsistir, las nuevas tecnologías electromagnéticas de intrusión al cuerpo y cerebro humano le añaden una dimensión aterradora a la esclavización de la mente.

Frente a las tecnologías de control mental, especialmente para todos aquellos que han podido escapar hasta cierto grado la manipulación mental generalizada, que han logrado mantener un mínimo de autonomía en su razonar y actuar, que han preservado su actitud crítica y su sentido de rebeldía y negación en relación a un sistema violador de la dignidad e integridad humana, el concepto libertad -opuesto al de la esclavitud- adquiere un significado nunca antes imaginado.

Pensar o «ser pensado», actuar o «ser actuado», vivir o «ser vivido» -esta es la cuestión-.