Lectura de 1 Minutos

Por Juan Manuel Clavería

Se hace tarde, las sillas sobre las mesas
como atornillados al asiento dos amantes persisten.

Nosotros, los de la última mesa.

Las palabras finales que esta noche escuchará el bar.
El murmullo de los trabajadores, cansados, mirando mal a quienes no se
van.
Chocando las copas del último trago antes de partir,
recorro tu brazo como teclas de un piano desafinándose.
Tomo tus manos en un acto de cursilería absurda.
Podemos permitírnoslo, somos la última mesa.
Al pedir la cuenta viene a prisa, la puerta cerrada ya con llave se abre
para despedirnos y nosotros, la última mesa, nos desvanecemos
perdiendo la identidad.
Lo que fuimos por un momento
lo que tanto nos identificó en ese breve instante
nos hace ahora dos peatones.
Los últimos peatones.